"Con la ayuda de MM instalamos el perchero, y se les dijo que era para organizar bolsos, zapatos, camisas, pero ellos seguían en el desorden. Un día decidí coger todo lo que encontré y lo eché en un costal, a la hora de la salida había más de uno loco buscando sus pertenencias. Me reía porque había llevado el costal al cuarto de herramientas. Por último, les dije que si no volvían a hacer desorden, les decía dónde estaban sus cosas. Desde ese tiempo comenzó el orden con las pertenencias de cada uno” (Mujer, campesina, octubre 2020).